All about Katharine Hepburn

sábado, 29 de junio de 2013

All about Katharine Hepburn

Poco después de su fallecimiento, Scott Berg, un periodista amigo suyo, escribió un libro que revelaba algunos de los secretos mejor guardados de la primera dama del cine norteamericano. La educada y elegante Kate, símbolo de un feminismo atípico y emblema de toda una época, le había pedido que publicase la biografía que fue escribiendo a lo largo de dos décadas una vez que ella hubiese muerto.

En su libro, el escritor y periodista también pasaba en su obra por esos episodios vitales y artísticos que ya conocía todo el mundo, pero la fuerza del libro radicaba en su amistad con una Hepburn. La actriz solía trasladarse cada fin de semana desde Nueva York al rural Fenwick, a la que había sido residencia familiar de infancia, y se vanagloriaba de vivir el ‘ahora’ a pesar de que no tuviese ningún problema en hablar de sus éxitos y fracasos, e incluso reconociese que al principio de su carrera era “una egoísta que sólo quería triunfar”. Tenía amigos sorprendentes: cierta noche invitó a Michael Jackson a una cena y éste no conseguía mencionar una sola película de Hepburn que le gustase. Cuando finalmente exclamó Capitanes Intrépidos (protagonizada por un Spencer Tracy que ni siquiera había conocido aún a la actriz cuando rodó la cinta en 1937) ni ella ni Berg supieron qué cara poner.

Kate también tenía manías que delataban que, durante toda su vida, había hecho lo que le había dado la gana. Aseguraba por ejemplo, que las uvas cortadas en vertical sabían mejor que si se cortaban en horizontal y madrugaba religiosamente para irse a nadar al muelle a pesar de su edad. Cuando en 1999 el American Film Institute la eligió la actriz más importante de la historia, apenas se enteró. Su actividad había mermado y ella, que había sido una deportista toda su vida y había dado lecciones de vitalidad, apenas podía moverse de su silla.

Sin embargo, había cosas de las que sí se enteraba. Un día, a raíz de los asesinatos de Columbine, su familia charlaba en el salón de su casa acerca del suicidio del hermano de Kate cuando este tenía apenas 14 años. Creían que Hepburn ya no escuchaba nada, pero, de repente y para sorpresa de todos, aparecieron dos lágrimas sobre las avejentadas mejillas de la actriz.

En 1993, participó en un documental sobre su vida titulado All about me, en el que ella misma narra su vida, pasando por sus inicios, su relación con Tracy, su vida cotidiana... Al final del mismo, la actriz hace una reflexión sobre lo que significa ser actriz: "¿Quién es Katharine Hepburn? Trabajé muy duro para crear esa criatura y hacerla fascinante y adorable. Tenías razón, papá, me encanta exhibirme." Su padre consideraba que "la profesión de actriz es una profesión superficial, pero si te empeñas en serlo, tendrás que ser la mejor". Continua con su reflexión "pero estoy de acuerdo [con su padre], actuar no tiene ningún mérito si se compara con ser médico o científico. Llevo tanto tiempo aquí que la gente me trata como si fuera un oráculo o tal vez una abuela universal. Quieren conocer mi opinión sobre las cosas importantes de la vida. Yo creo que el mero hecho de estar vivo ya es una gran oportunidad. Lo que importa es lo que haces con tu vida. El trabajo no le hace daño a nadie. Es la falta del mismo lo que destroza a la gente." Aplicable a la situación actual y aún más a lo que está viviendo España. 

Charlotte Chandler cuenta en su biografía que Katharine Hepburn era del todo consciente de su personalidad pública, y sabía que no era la misma que su personalidad privada. Daba a su personalidad pública un nombre. La imagen Katharine Hepburn era algo que había creado y perpetuado; era el personaje que ofrecía al mundo, y sabía que era distinto de su yo real, distinto de Kathy. Lo llamaba "la Criatura", y me contó que debía escribirse con C mayúscula. 
"No conservo retratos aquí en mi hogar de mi yo profesional porque esos no son retratos míos. Son fotografías de la la Criatura, y yo no la traigo a casa. No le permito entrar en mi casa. Te diré alguien por quien sentí lástima. Era Marilyn Monroe. ¿Sabes por qué?. Dejó que su criatura tomase el control" dijo Kat.

¿Sentimentalmente independiente o masoquista?

Kate & James
Tres hombres marcaron su vida: el millionario Howard Hughes, el director John Ford (aunque según Kate su relación solo era de ammistad) y, sobre todo, el actor Spencer Tracy (un psicópata, un abusador y un borracho incurable, en palabras de Guillermo Cabrera Infante). Junto a su imagen de mujer independiente coexiste la de mujer sentimentalmente masoquista. Con Tracy, católico y casado, mantuvo una relación de larga duración, aunque al parecer ni siquiera dormían juntos cuando dormían juntos. Él lo hacía en una colchoneta en el suelo.

Pasarían juntos 25 años, hasta la muerte del actor en 1967 y en ningún momento él se divorció ni ella se lo pidió: "Tracy nunca me dijo que me quería. Si lo dijo, no me acuerdo, aunque siempre fui reacia a creerlo. Vivimos de una forma muy abierta, nunca me molestó tener una relación con un hombre casado y tanto su mujer como yo vivimos ignorándolo mutuamente".

Su personalidad

Para algunos era una mujer amable que ayudaba con su influencia, que era muchísima, a actores y actrices que creía que estaban infravalorados. Para otros era una mujer mandona y muchos le tenían miedo. Una anécdota que refleja muy bien la fama que tenía el carácter de Kate en su época es la del publicista Dale Olson. A un amigo suyo le habían asignado la publicidad de una pelicula de Kate y cuando éste se presentó diciéndole su nombre y que era el publicista de la película Kate le espetó "Hola. Ésta será nuestra primera y última conversación." 

Dale Olson había conocido a Lawrence Olivier cuando trabajaba en un teatro, así que le llamó para que le aconsejase como proceder con Kate. Olivier le dijo que se presentase cmo amigo suyo y le dijese que tenía un mensaje para ella. Olson así lo hizo y cuando le dijo a Kate que tenía un mensaje de Olivier para ella, esta respondió: "¿Y qué tiene que decir ese viejo verde"?. A lo que Olson le contestó: "Eres una vieja chiflada que ladra pero no muerde." Después de ésto Kate le miró de arriba a abajo y le dijo "siéntate". 

Tanto las biografías de Chandler como de Borg coinciden en que la actriz era trabajadora, ambiciosa, enérgica, nerviosa, con una importante incontinencia verborreica también llamada "parloteo", un carácter que a veces se confunde con "mala leche", una sinceridad que a veces deriva en la mordacidad de sus opiniones que decía sin pelos en la lengua, una mujer excesivamente pasional y atrevida, lo que más de una vez le costó serios problemas físicos a causa de no querer que una doble hiciera sus escenas de riesgo, como por ejemplo, la caída al canal de Locuras de Verano, que le acarreó problemas en los ojos durante años; los problemas estomacales que contrajo en África por rodar allí La Reina de África; como casi perece en el mar en la escena donde tenía que rescatar a Dennie Moore porque ese día el mar estaba especialmente revuelto o como la experiencia de Cary Grant en el circo la salvó de caer al vacío en La Fiera de mi Niña.


Escena de La fiera de mi niña.

Patty Doherty, empleada de servicios en el plató de La Última Solución de Grace Quigley cuenta que "uno de los primeros lugares donde rodamos estaba cerca de Coney Island. Era septiembre, y era la primera escena de ella entrando en el océano. Los especialistas habían entrado en el agua, y dijeron que realmente había una peligrosa corriente de resaca. "La Señorita Hepburn no podía, no debía en absoluto meterse en aquellas aguas". Lo dejaron muy claro... (en aquel entonces tenia 77 años). No pensaba aceptarlo, e informó sin demora a Anthony Harvey, el director, y al coordinador de especialistas que nadie sería su doble. Estaría ella en el agua. Declaró que estaba acostumbrada a nadar en noviembre en el Long Island Sound, detrás de su casa, y no iba a permitir que nadie más lo hiciese. Todos se quedaron boquiabiertos. Nadie quería impedírselo. El productor estaba fuera de sí pensando, vaya, vamos a tener que reclamar el seguro. Así pues, ella entra en el agua, en contra de los deseos de todos. De modo que entra ella y una ola la golpea. Y ya lo creo que la golpeó, porque eran enormes y fuertes olas de septiembre. Eran frías, y sencillamente la derribaron, y todo el mundo lanzó un grito ahogado. Ella desapareció durante un segundo. Luego se levantó y balanceó y alzó la cabeza, llevaba el pelo recogido arriba, en esa especie de moño. Echó la cabeza hacia atrás. Alzó el puño al aire y empezó a agitarlo en el océano y dijo: "¡Vuelve a hacerlo!" Y a todos nos dio un ataque, porque estaba dispuesta a enfrentarse al océano sin pensarlo dos veces. Le habló directamente a la naturaleza. Si la naturaleza le hacía algo, ella pensaba replicar. Y lo hizo, toma tras toma, tres o cuatro. La volvían a secar y ella volvía a entrar en el agua."

A partir de esa demostración de carácter, Patty Doherty, le tuvo mucho respeto a Kate y procuraba no estar cerca de ella. Hasta que un día, Kate le habló y empezó una especie de amistad entre la actriz de 77 años y la asistente de 23. Una noche, después de una discusión con su novio, Patty se quedó dormida, así que llamó al plató y dijo que estaba enferma:" Transcurrieron unos veinte minutos, y el teléfono sonó. Pensé "probablemente será mi jefe. Me chillará o me despedirá". Descolgué el teléfono y entonces oigo esto - todavía puedo oírlo tan claro como el agua- "¡Levántate! No estás enferma ¡Levántate!". Me senté en la cama de repente. "¿Quieres que Phyllis o yo pasemos por ahí y te preparemos un poco de sopa?" Dije que no, y Katharine Hepburn contestó: "¡Levántate y ve a trabajar inmediatamente!" Jamás me vestí más de prisa en mi vida. Fui directa al plató. Cuando llegué me dedicó una mirada dura, y luego una un poco más afable. "Eso está mejor. Nunca vuelvas a hacerlo." Sabía exactamente por qué no me había presentado. "Eres mejor que eso. Jamás vuelvas a sucumbir a esa clase de tonterías." Huelga decir que nunca lo hice. "

¿Humilde o vanidosa?

Despreciaba la pompa hollywoodiense. No acudió a recibir ninguno de los cuatro Oscar que ganó. Ni por Gloria de un día (1933), ni por Adivina quién viene esta noche (1967), ni por El león en invierno (1968), ni por El estanque dorado (1981), ni por ninguna de las ocho ocasiones más en las que fue nominada considero oportuno asistir a la gala. Su única aparición se produjo en 1974 para entregar el premio honorífico a su amigo el productor Lawrence Weingarten.

¿Le daban exactamente igual los reconocimientos? Jane Fonda, compañera de reparto en El estanque dorado, tenía dos Oscars antes de la ceremonia de 1981, en la que estaba nominada junto a Hepburn, y hubiese empatado con ella en el caso de haber ganado. En una entrevista reciente, la hija de Henry Fonda reveló que no se llevaron bien durante el rodaje y que, tras la gala, Hepburn la llamó para decirle: “Ya nunca podrás cogerme”.

"Los enemigos son muy estimulantes", dijo en más de una ocasión. Porque, si algo caracterizaba a la 'diosa', un apelativo usado a menudo para referirse a ella, era esa independencia y esa falta de interés por los cometarios de los demás.

¿Hetero, homo o bi?

Su imagen y proyección pública siempre estuvo vinculada a los rumores nunca confirmados sobre su sexualidad. Aunque ella habló abiertamente de su amor con Specer Tracy, una biografía de 2009 aseguraba que la pareja una tapadera (y no solo para ella, sino también para el actor, que según el biógrafo, también era homosexual).

Su cercana relación con su asistente personal Phyllis Wilbourn durante 40 años alimenta la teoría. El año pasado, Scotty Bowers, gigoló bisexual del Hollywood clásico, publicó un libro de memorias en el que afirmaba haber arreglado más de 150 encuentros sexuales con mujeres para la actriz. Gore Vidal, poco antes de morir, afirmaba que el dato era cierto pues en 60 años jamás había pillado a Scotty en una sola mentira.

Vestida siempre con pantalones, su imagen era tan masculina que destilaba feminidad y era sofisticada hasta límites insospechados, lo que hizo de ella, sin pretenderlo, un icono de la modernidad y de la moda.


En una entrevista con Barbara Walters, la periodista le preguntó si no tenía ninguna falda, a lo que Hepburn, sin pestañear, contestó: "Tengo una señora Walters. La llevaré en su funeral". Inteligente y de lengua afilada, Hepburn se mantuvo siempre al margen de la vida de Hollywood y tuvo una vida que ella misma calificaba de "afortunada y feliz".

¿Técnica o natural?




En una de sus citas más célebres, la actriz relativizaba la importancia de su oficio como “un don menor” ya que, al fin y al cabo, “Shirley Temple podía hacerlo con cuatro años. Rodó nueve películas junto a Tracy y afirmaba que jamás practicaban o hablaban del trabajo en casa.

Pero nadie consideraba a Hepburn una actriz instintiva. El director y productor Stanley Kramer declaraba que la actriz “trabajaba, trabajaba y trabajaba hasta que todos desfallecían”. Eso sí, solía escoger personajes que encajaran con su personalidad, algo que hay que agradecer: sus papeles inteligentes superaban la media del estereotipo de mujer enamorada que tanto abundaba en la meca del cine.

La suya fue una profesión en la que siempre se sintió cómoda, rodeada de una libertad difícil de encontrar en una estructura de vida más tradicional. Medio centenar de películas componen una carrera que se prolongó de 1932 a 1994 y en la que también hubo espacio para grandes obras de teatro que la consagraron como una de las más grandes actrices de todos los tiempos.

Su primer Óscar llegó muy pronto por Gloria de un día un premio que se repetiría en 1968 por Adivina quién viene esta noche, en 1969 por El león en invierno y en 1982 por En el estanque dorado. Cuatro grandes trabajos pero que no están entre los más populares de la actriz. Sus comedias con Cary Grant La fiera de mi niña o Historias de Filadelfia se emiten sin parar en las televisiones.


En La fiera de mi niña

Así como las numerosas colaboraciones que realizó en el cine con Spencer Tracy, como La mujer del año, La costilla de Adán, La impetuosa o Su otra esposa. Pero si hay una imágen que está en las retinas de los espectadores es el de la temperamental y al mismo tiempo frágil Rose Sayer de La reina de África, una historia de amor y aventuras en la que hizo de inolvidable pareja de Humphrey Bogart.


Una carrera llena de momentos gloriosos y una vida plena: "No lamento nada de lo que he hecho. Lo disfruté en cada momento".

En junio de 2003,  la actriz que aseguró que el secreto del éxito no reside en dar siempre a los demás lo que quieren de ti, se rindió tras una vida de lucha. "No le temo a la muerte. Debe de ser maravilloso, como un sueño profundo", dijo. Su sobrina dijo hace pocos años que su tía no habría soportado el ritmo trepidante del siglo XXI, poniendo como ejemplo los enormes controles de seguridad que se viven hoy en los aeropuertos. Llevaba razón. Con Katharine Hepburn el siglo XX murió un poco más, y con ella , toda una forma de entender el cine y la vida que ya nunca volverá.

fuente: RTVE.es, vanitatis, antena 3.com, zinefilaz

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