104 años del nacimiento de Katharine Hepburn

jueves, 12 de mayo de 2011

104 años del nacimiento de Katharine Hepburn


Hepburn
El tiempo si que pasa rápido, 104 años del nacimiento de ésta gran estrella y solo hace 8 que murió en su casa de Conneticut. Pero gracias a sus películas siempre será inmortal.


"Tiene un rostro que pertenece al mar y al viento", decía de ella Cecil Beaton tanto por el brusco tallado de sus facciones como por la pujanza natural que emanaba de su expresión. Katharine Hepburn estaba lejos de responder a los criterios más convencionales de "belleza", pero ya se sabe que ella entendía las convenciones como un desafío a su libertad; eran, en todo caso, apenas un obstáculo por superar. Dicen que de chica, cuando tres de sus hermanitos dictaminaron "Eres muy fea para ser mujer", se cortó el pelo para declararse varón como ellos y unirse al juego. Como se ve, le sobraban carácter, determinación y espíritu independiente: ya sabría cómo convertir esa presunta "desventaja" en una carta de triunfo.



"Entre tantas bellas, una fea puede resultar una sorpresa", le soltó, provocativa, a George Cukor cuando lo conoció en 1932 y le sugirió que le tomase una prueba para el cine. Al brillante realizador, que con el tiempo estaría asociado a varios de sus éxitos, no le falló el olfato: algo diferente había en esa muchacha flaca, pecosa, un poco desgarbada y de rostro anguloso. Y si el resultado no convenció a los expertos de la Metro, en RKO se mostraron más confiados y la contrataron para actuar al lado de John Barrymore y dirigida por Cukor en "Doble sacrificio". Fue suficiente para convertirla en una estrella.




Kate Hepburn
La "adorable revoltosa" venía a romper todos los moldes de Hollywood. Además de un rostro singular, del talento fuera de lo común y de una personalidad vigorosa, tenía opiniones propias y era muy inteligente: un cóctel explosivo que dejaba sus marcas en los sets cuando Katie desatendía o cuestionaba las indicaciones del director. También les confirió a sus personajes una fortaleza de carácter que entonces no se consideraba conveniente para las protagonistas femeninas. No faltó el sabelotodo del negocio que comparó el estilo Hepburn con los modelos impuestos por la rutina y la declaró "veneno de boletería". A pesar de que ya con su tercera película se había llevado el primer Oscar. Ella respondió con hechos: gracias a George Stevens, que descreía de esos vaticinios, interpretó en "La mujer que supo amar" ("Alice Adams") a la muchacha humilde que se finge noble para poder permanecer cerca del adinerado hombre que ama, conquistarlo y ascender en la escala social. Y no fue sólo un rotundo éxito de público; gracias al espesor que proporcionó a su personaje, consiguió candidaturas al Oscar para ella y para el film. De paso, transmitió algo de su proverbial inconformismo a los apuntes de crítica social que contenía la historia.


Katharine Hepburn
Estuvo claro desde el principio que no iba a ser una figura más en el fulgurante elenco de Hollywood. Era única -como era única e inimitable su forma de ser bella- y pasó casi sesenta años demostrándolo. En el cine y en el teatro. En el personaje de comedia que estuvo a punto de encasillarla (el de la rebelde de familia adinerada que tanto se ajustaba a su propia imagen, rara mezcla de distinción de Nueva Inglaterra con excentricidad yanqui y de gracia con ímpetu masculino), y en los papeles más arduamente dramáticos. Con el lenguaje innumerable de su mirada, con la expresividad infinita de su rostro, con todo el cuerpo. Y con la voz. También única.
Nadie la definió mejor que Tennessee Williams: "Katie hace que el diálogo suene mejor de lo que es por la incomparable claridad y belleza de su dicción y por una fineza de inteligencia y sensibilidad que ilumina cada matiz de las frases que pronuncia".
No habrá ninguna igual.

Diario La Nación: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=507877


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